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LOS SISTEMAS DE QUEBRADAS: nichos ecológicos que resguardan flora y fauna nativa.


Los sistemas de quebradas se encuentran muy presentes en todo chile, en sectores pre cordilleranos, costas y valles. Son cuencas hidrográficas que se han definido por agentes modeladores del paisaje, donde las aguas de escorrentía erosionan, transportan y depositan materiales minerales y orgánicos transformando la morfología del lugar.


Si bien la hidrología interviene, el desarrollo antrópico sobre el territorio también es un factor que modifica el paisaje donde se inscribe. “El hombre, como integrante de este sistema natural, es el principal agente de cambio que modifica el ambiente. A su vez, es el medio ambiente el que condiciona el estilo y la forma de vida del hombre. Por esto, cualquier alteración en el medio natural repercute directa o indirectamente sobre él.” (KRAUS M. 1993). El ser humano ha intervenido en el medio diversificando los ambientes, ya sea urbano, agrícola o rural. En este contexto, es relevante decir que las formas de vida se adaptan a los hábitats. A pesar de esto, existen sistemas vinculados a la hidrología y morfología, como los sistemas de quebradas, que han sido particularmente alterados y afectados por la acción humana. En el ámbito agricola –rural se han alterado características superficiales como la modificación de las aguas, los balances hídricos y el carácter del suelo. Sin embargo, la acción de urbanizar es aún mas intensa y con mayores costos para estos sistemas.


Por consecuencias de las presiones urbanas ha habido un desmesurado crecimiento de la población y centros urbanizados, lo que ha afectado a los ecosistemas, donde lo natural se ve constantemente presionado por lo urbano; dejando dos sistemas que coexisten pero no conviven.


Desde la mirada urbana no se visualizan los sistemas de quebradas en su totalidad. Carecen de reconocimiento y son elementos que no forman parte de la planificación urbana, no se encuentran vinculados a futuras proyecciones. Así, los sistemas de quebradas terminan siendo “puntos vacíos” de usos informales, y en definitiva lugares muertos. Estos sitios se pierden dentro del área urbana, ya que no hay una puesta en valor del patrimonio natural que estos albergan.


El sistema de quebradas es afectado por acciones antrópicas, lo que deja en desmedro a su rol de corredor ecológico, fragmentándolo con los procesos de urbanización. Sus bordes viven constantemente presiones inmobiliarias y el peligro acechante de acciones humanas como incendios forestales, contaminación de sus aguas y micro basurales. No obstante de esta situación y debido a sus condición de ser sitios difíciles de habitar, podemos encontrar nichos ecológicos que deben ser protegidos para el resguardo de flora y fauna nativa.


Hace falta reconocer e integrar el potencial escénico y ambiental que albergan las quebradas a los sistemas de planificación de las ciudades. Entendiéndolo como un paisaje identitario, que se define por la diversidad natural que se encuentra en estos sitios, a la conservación de su flora y fauna nativa. Y presentar una propuesta que identifique y consolide estos cordones verdes con una puesta en valor en sectores urbanos. Al reconocer estos sitios se podrían generar espacios que entreguen mayor confianza y seguridad a la ciudadanía, ofreciendo nuevos recintos de recreación y esparcimiento, mejorando la calidad de vida humana, ambiental y perceptual, y así generar una vinculación socioambiental.



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